EL CERDO CAPITALISTA es el blog de un porteño llamado Santiago. De derecha en lo económico y de izquierda en lo social, aquí online desde marzo del 2008. Luchando contra la gilada y tratando de educar financieramente a las clases medias.

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Dale masa a los problemas

Paul Graham (crack emprendedoril) resume al buen emprendedor en dos palabras: relentlessly resourceful. Esta definición es imposible de traducir al español. Literalmente, significa “implacablemente ingenioso” pero en realidad lo que significa es: Lleno de iniciativa y capaz de resolver problemas usando la creatividad efectivamente, severamente implacable, estallante de determinación.

Cuando estaba en la secundaria, estaba obsesionado con tres cosas: levantarme minitas, fundar empresas e irme a vivir solo. Tenía planeado irme a vivir solo a los 18. Cuando terminé el colegio, lograba cumplir los dos primeros objetivos pero había decidido posponer el tercero para los 21. A los veinte, estaba más solo que Tom Hanks en Cast Away sin Wilson y, después de dos años gloriosos de funcionamiento cual relojito suizo, se había fundido mi primer emprendimiento. Recién arrancaba a laburar en relación de dependencia en un estudio contable por dos pesos. No perdía las esperanzas y, lo que me sobraba de mis timbas bursátiles, lo gastaba en muebles (para mi futura mudanza), pero estaba difícil… Recién en el 2011 (a los 23), la esperanza resucitaba con un laburo en relación de dependencia de 4hs en una multinacional decente y un emprendimiento que venía generando ganancias desde el primer mes de operaciones. En Septiembre del 2011, me fui a vivir solo dependiendo de ese sueldito y de los dividendos de “SUR Rent a Car” (mi nuevo flamante emprendimiento). Con estos dos ingresos, llegaba justito a fin de mes.

En ese momento, mis viejos me decían que estaba desquiciado: Me estaba yendo a vivir solo con un sueldo no-efectivo (estaba como “becario” / ”pasante” así que me podían rajar en cualquier momento sin pagarme indemnización) y con un ingreso potencialmente inexistente de un negocio que, después de algunos meses de éxito, prometía una TIR del 100%.

Una semana después de irme a vivir solo, mi jefe me llamó a su oficina. Cerró la puerta. Nunca cerraba la puerta para hablar de laburo. Al cerrarla, creí que me iba a hablar mal de alguno de nuestros compañeros sentados afuera (¡y por eso cerraba la puerta!). Media hora pasó: Hablamos de todos los temas laborales que estaban abiertos, no se habló mal de nadie y la puerta seguía cerrada. Empezó a intrigarme la incongruencia de la situación: ¿Para qué cerrar la puerta para hablar de lo que siempre hablábamos con la puerta abierta? Como para meterle un primer desafío copado al hecho de vivir solo, la reunión terminó con: “Lamentablemente tenemos que reducir presupuesto y tu puesto dejará de existir. Te podés quedar durante el próximo mes de Octubre.” OK.

Ese mismo mes me llega una carta documento de uno de los choferes que laburaban con los autos que nosotros le estábamos alquilando en ese momento a una remisería. La historia terminó en el Ministerio de Trabajo de Lanús arreglando con el individuo y pagándole a dos zánganos abogados (el nuestro y el de la otra parte). El glorioso negocio pasó de dar utilidades netas de $ 10.800 mensuales (tres luquitas seiscientos -aprox USD 900- para mí) a estar, en el fatídico mes de Octubre del 2011, en 22 lucardas de caja negativa…

En Noviembre del 2011, ya no tenía un ingreso laboral, tenía que garpar alquiler y demás yerbas (sin reconocer el fracaso frente a mis viejos que lo habían previsto) y tenía que cubrir miles de pesos mensuales que se escurrían en “SUR Rent a Car”. El 12/12/11 choca fulero uno de los tres autos que teníamos en alquiler. El seguro, por primera vez, no nos cubre el siniestro. Ese mismo mes tuvimos que vender ese auto en la mitad de su precio de mercado para poder cubrir los otros gastos que generaba el negocio que ya estaba al borde del desastre… Estábamos obligados a liquidar lo que quedaba para salir limpios del desastre.

En tan sólo un mes habían desaparecido mis dos fuentes de ingreso. El fracaso empresarial me había succionado todos los ahorros que me quedaban. No podía pedirle guita a mis viejos: Habían anticipado que esto iba a pasar, pero… ¿en un mes? Era ridículamente poco tiempo para fracasar y quedar como un pelotudo. Me tenía que poner creativo para salir adelante sin bajar la cabeza.

…¡y este fue un momento de “revelación”!

Toda esta situación hizo que me diese cuenta de que estar con la espada contra la pared aprentándome la garganta, con una gotita de sangre empezándome a salir de la yugular, me daba impulso para ser creativo y ponerle más ganas a las cosas.

En ese momento, me armé un “marketplace” artesanal en FB y ofrecí todo lo que tenía (inclusive las cosas que necesitaba). Vendí mi impresora, mi PC, mi TV, ropa, muebles… Cobraba en efectivo para usar esa guita para pagar el alquiler y, lo que vendía pero necesitaba, lo reemplazaba re-comprándolo en 24 cuotas sin interés. Dejé de pagar las expensas. Le ofrecía a mis amigos por mail, por FB y en persona los descuentos que tenía con mi tarjeta de crédito. Salía con quienes tenían que comprar algo de shopping, yo les pagaba con tarjeta en cuotas y les cobraba en efectivo. Esta “bicicleta financiera” me permitía seguir vivito y coleando sin pedir ayuda. Festejé mi cumpleaños para no dar señal de debilidad: Compré cajas de Doctor Lemon’s en Groupon y, con una maniobrita de descuento sobre descuento, terminé pagando cero (¡cero!).

Uno de los últimos días de Octubre (mientras se fundía mi negocio y cerraba mi ciclo de laburar en relación de dependencia), una compañera me pide plata al salir de la oficina para tomarse un tacho: Tenía mis últimos $ 50 en efectivo en la billetera. Al prestarle mis últimos pesos, sentía un paralelismo mágico con “The Pursuit of Hapiness” del amigo Will Smith.

Mandaba CVs (con varias magias creativas) para todos lados y conseguí laburo de toque. El primer trabajo que conseguí era una mierda: Renuncié en una semana. Mi jefe, cuando le dije que me iba, me dijo: “Te tendría que cagar a trompadas.” Me puso feliz. Me estaba yendo de un lugar de monitos incivilizados. El hambre no me iba a hacer aceptar cualquier mierda.

Me quedaba un único par de zapatos que estaban agujereados en el pie derecho. Me llamaron desde Tenaris (empresa donde laburaba antes 4 horitas y me habían echado). El día de la entrevista llovía zarpado. Llegué a la entrevista con una pileta en el pie: No podía concentrarme en nada que se hablaba en la reunión (mi mente era: “pie, pie, pie”). Al toque, entré a laburar en un estudio contable donde la gente ya había descubierto el fuego e inventado algunas herramientas (aka: ¡era civilizada! :D). Trabajé tres meses allí. Volví a Tenaris (esta vez con sueldo de profesional) y me quedé con un cliente del estudio (pasé de cero a varios miles de ingreso mensual).

#Cierre: Espectacular escena. Gran película "The Pursuit of Happyness": No llegué ni cerca a pasar por los desafíos que tuvo que atravesar Chris Gardner, pero fue el momento de mi vida en el que estuve más cerca…



El segundo semestre del 2011 fue un punto de inflexión en mi vida. Estaba al borde del desastre pero muy feliz y en un estado muy “relentlessly resourceful”.

Increíblemente, tan sólo tres años después (habiendo ahorrado e invertido +50% de mi ingreso todos los meses), es muy probable que cierre el 2014 con un Patrimonio Neto de más de $ 700.000 y activos por más de $ 500.000. Argentina, país generoso.

Salí de las crisis a lo macho: ¡Dales masa sin asco!

1 comentario:

Axel Lese dijo...

Increible historia! Te felicito por lo alcanzado y ya que estamos pido mas notas sobre finanzas personales! Abrazo