EL CERDO CAPITALISTA es el blog de un porteño llamado Santiago. De derecha en lo económico y de izquierda en lo social, aquí online desde marzo del 2008. Luchando contra la gilada y tratando de educar financieramente a las clases medias.

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El día del emprendedor (por Nassim Taleb, crack)

El heroísmo, y el respeto que inspira, es un medio por el que la sociedad compensa a quienes se arriesgan por los demás. Y el espíritu emprendedor es una actividad heroica y arriesgada necesaria para el crecimiento de la economía y hasta para su supervivencia.

El papel del emprendedor es necesariamente colectivo desde un punto de vista epistemológico porque facilita que la experiencia se acumule. Alguien que no ha descubierto lo que buscaba ofrece a los demás el mejor conocimiento, el de esa ausencia (el conocimiento de lo que no funciona), pero el reconocimiento que recibe por ello es escaso o nulo. Esa persona es una parte esencial del proceso, pero ve que los incentivos van a parar a 
otros y, lo que es peor, ve que se la respeta.

  • He observado que cuanto más ensalza la gente al emprendedor como abstracción, más lo desprecia cuando se encuentra con uno.” –Jean-Louis Rheault.
No siento simpatía por quien ha abierto un restaurante y luego lo ha tenido que cerrar por un exceso de confianza, y disfruto de mi excelente comida mientras él, probablemente, come atún en lata.

Para progresar, la sociedad moderna debería tratar a los empresarios arruinados de la misma forma que la humanidad ha venido honrando a los soldados muertos; puede que no con tanto honores, pero sí aplicando la misma lógica (porque el empresario sigue vivo, aunque quizá con la moral por los suelos y marcado por el estigma social, sobre todo si vive en Japón). Y es que del mismo modo que no hay soldados fracasados con independencia de que estén muertos o vivos (salvo que hayan dado muestras de cobardía), tampoco hay empresarios o investigadores científicos fracasados (y, siento mucho decirlo, tampoco hay charlatanes, analistas, filosofastros, consultores, profesores de empresariales o lobistas que hayan triunfado sin asumir riesgos personales).

Para los psicólogos, el “exceso de confianza” es un trastorno por el que la persona afectada se deja cegar por las probabilidades de éxito cuando crea una empresa o un negocio. Pero hay una diferencia entre la asunción de riesgos heroica que beneficia a otros en el caso antifrágil, y la asunción moderna y más inmoral relacionada con los Cisnes Negros negativos, como la de los “científicos” encargados de calcular los riesgos del reactor de Fukushima. En el primer caso, ese exceso de confianza es algo bueno que no precisa medicación.

Y comparemos los emprendedores con los gerentes con mentalidad de contable que ascienden por la jerarquía de una empresa sin hallar prácticamente ningún obstáculo. Esos casi nunca corren riesgos.

En la era de la globalización y de internet, lo que Erasmo llamó ingratitudo vulgi, la ingratitud de las masas, va en aumento.

Mi sueño (la solución) es que celebremos cada año un Día del Emprendedor con el siguiente mensaje:


  • La mayoría de vosotros fracasareis, seréis poco respetados, os empobreceréis, pero os agradecemos los riesgos que habéis corrido y los sacrificios que habéis hecho por el crecimiento económico del planeta y por librar a los demás de la pobreza. Os debemos nuestra anti fragilidad. Y el país os lo agradece.

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